domingo, 29 de julio de 2012

Capítulo 11. I do.


Estamos los dos encerrados en una fría celda. Se nota que en FairyTale no estamos acostumbrados a encerrar tras los barrotes a mucha gente. Sólo hay unas pocas celdas,y están impolutas como si acabasen de ser construidas,a pesar de que estarán a punto de cumplir sus buenos cien años. Cada una cuenta con un par de camas,que se dispones una frente a otra. Además contamos con una mesa y un par de sillas de madera,Y una micro-habitación contigua en la que hay un retrete y un lavabo. No hay duchas. Los presos no pasan en este lugar más de veinticuatro horas,así que no existe una verdadera necesidad de que las haya.
Me paseo por la habitación con aire nervioso. No es muy grande,pero sí lo suficiente para que pueda moverme de un lado a otro. De vez en cuando,asomo la cabeza por los barrotes para ver si han llegado mis padres. No veo el momento de ver sus rostros demacrados. Mi padres llevan aquí tantos años que de inmediato relacionarán la cárcel y el asesinato con un destierro asegurado. Yo sólo tengo diecisiete años,y hace unos cuántos de ellos que lo sé. Y cuando crean que el cadáver pertenece a mi tío. Pareceré un monstruo sin escrúpulos a sus ojos. Tan sólo espero que vean más allá de las circunstancias. Que ejecuten su propio juicio y comprendan que no tengo ningún motivo para ir matando a gente por la calle a sangre fría. Será cosa suya el llegar a esa conclusión porque yo ya he tomado la decisión de no mover ni un músculo intentando defenderme. No servirá de nada. La experiencia me ha enseñado que en el momento en que pisas la cárcel estás automáticamente desterrado. Aunque no fuese así,lo estaría unos meses más tarde. Lo mío no es cumplir las normas.
Mis andares frenéticos y repetitivos parecen molestar a mi compañero de celda. Está sentado en la cama. Creo que aparenta una tranquilidad que no le llega para tumbarse del todo y conciliar el sueño. En lugar de ello,me sigue con la mirada,y así,la pasea a mi son. Como digo,tanto movimiento termina sacándolo de quicio.
  • ¿Puedes parar un rato?No sabes cómo me irrita que vayas de un lado a otro,sin parar.
Lo contemplo un segundo,y luego sigo con mi paseo por la celda.
  • Haber huido cuando estabas a tiempo.
Sí,aún sigo enfadada,muy enfadada con Brian. Le di la oportunidad de escapar,de quitarse de en medio. Esta no es su guerra,yo tiré el pedrusco con destina al cráneo de aquel hombre. Yo lo maté. Pero ambos sabíamos que si le pillaban allí,en el lugar del crimen,lo considerarían tan culpable como a mí. Así funcionan las cosas.
  • No quería.
Eso me descoloca.
  • Bueno,mira,yo tampoco quería matar a mi tío,y tuve que hacerlo.- Me burlo amargamente.- Deberías haberte quitado de en medio,Brian...
No puedo entender por qué regreso. Nunca lo entenderé. Yo de todas formas iba a romper las reglas. Detesto este sistema,y acabaría desterrada tarde o temprano. Sin embrago,él gozaba de la vida aquí,incumplía algunas normas,sí,pero nunca le han pillado. No es lo mismo lo suyo que lo mía. Las suyas son normas ínfimas. Las mías tienen un gran peso. La número uno: No matarás a nadie. ¿Hay algo más importante que eso?
Me dejo caer con desazón sobre la otra cama. Y como no quiero mirar a Brian a la cara,me coloco de espaldas a él,contemplando la pared blanca,que debe de estar recién pintada. Ni un sólo desconchón.
Quiero centrarme en la pared,pasar en dedo por el gotelé que la recubre,imaginar cuándo y quién fue él último infeliz que acarició esa pared en sus últimas horas en FairyTale. Por desgracia,Brian no me deja jugar a ese juego,para él la conversación aún no ha acabado.
  • Antes de que llegase la policía...Tus últimas palabras...Me pediste que arreglase mi vida. Y eso estoy tratando de hacer.
¿Qué?
Ruedo por la cama y me vuelvo hacia él. Veo que me está mirando de forma muy intensa. Siempre consigue intimidarme un poco cuando hace eso. Es como si él lo supiese todo de mí y yo en cambio,no lo conociese en absoluto. No veo en qué sentido va a arreglar su vida siendo expulsado de su hogar. Y ya que no lo veo,voy a preguntárselo. Creo que estoy abriendo la boca en el momento en que suena la cerradura de la puerta de la celda. Desvío veloz la mirada hacia allí,pero siento que Brian la mantiene sobre mí.
Es el comisario jefe,ese que hizo un trato indirecto conmigo en la escena del crimen. Un buen comportamiento equivale a una visita de mis padres. Debo de caerle muy mal,porque me es difícil pasar por alto esa expresión de pocos amigos en su rostro. Me indica con la mano que me acerque. Y yo lo hago de un salto.
  • April Sanders.- Esa soy yo.-Tienes visita. La oficial Elfman la acompañará hasta la sala convenida.
Observo que tras ese hombre rollizo aparece la figura de una mujer joven. Tal vez tenga cuatro años más que yo,como mucho. Lleva el pelo recogido en una coleta tirante hacia atrás. Me viene a la mente que esa mujer podría haber sido yo unos años después.
Me adelanto con ella,y de reojo me doy cuenta de que el comisario se ha sentado en la cama junto a Brian y habla confidencialmente con él. No experimento mucha envidia,la verdad,pero sin duda,ese hombre tiene simpatía por mi cómplice.
Mientras camino por el pasillo en pos de la oficial Elfman y su cola tirante,me esfuerzo por recordar que he dejado una conversación pendiente con Brian.
Llegamos una sucesión de habitaciones de forma cuadrada,a las que se entra por un hueco con forma de puerta en la pared. Supongo que el hecho de que no haya una puerta en sí misma es para tener vigilados a los presos en todo momento. Sigo a la oficial hasta una de dichas salas. Ella me detiene un poco antes de poder asomarme y comprobar quién me espera dentro. Saca algo de la parte posterior de su cinturón. Son mis añoradas esposas. Por suerte,me las quitaron al encerrarme en la celda. Todo un detalle. Fue agradable recuperar el riego sanguíneo en las muñecas durante un rato.
Extiendo obediente las manos,para que me coloque ese artilugio. Ella niega con la cabeza y me dice algo con voz neutral mientras mueve el dedo índice formando círculos invisibles.
  • Tienes que colocar los brazos por detrás,en la espalda.
Ah,ya entiendo. Existe un posición aún más incómoda para llevar esas esposas. Hago lo que me dice sin objetar nada,porque espero ansiosa reencontrarme con mis padres. Ella me coloca las esposas,y aprovecha el momento para comentarme algo en voz baja y disimuladamente.
  • Lo siento.
  • Bueno,no sé si se refiere a las esposas,o a que me vaya a descubrir tierra desconocida y salvaje en menos de veinticuatro horas. Me tomo la libertad de decidir que se disculpa por la segunda razón. Sería más bonito,desde luego.
  • Pues yo no.
  • Oigo el cierre de las esposas y de inmediato empiezo a notar su presión. Me doy la vuelta y me percato satisfecha,de que la oficial me contempla muy sorprendida por mi respuesta. ¿Qué esperaba?¿Que me echase a llorar y suplicase clemencia? Ese no es mi estilo. Prefiero abandonar este lugar con la cabeza bien alta.
  • La oficial me escolta hasta la habitación correspondiente. Me asomo y veo que el interior es tan austero como el exterior. Ni un sólo elemento decorativo. La pintura de las paredes también es blanca,al igual que el techo. Creo que no puede haber un elemento más neutral que el color blanco. Por eso me repele tanto. No soporto lo neutral. O eres de una forma o eres de otra. Siempre,sobre todo desde mi cambio radical hace unos años,he creído que un conflicto,en un tema de conversación,en cualquier cosa,no puedes adoptar una posición neutral. Bueno,va,sí puedes. Pero seguro que estás o de un lado o de otro.
  • En el centro de la sala hay una mesa rectangular de plástico,también blanco,y cuatro sillas a juego,dos a cada lado. Dos de ellas están ocupadas por un hombre y una mujer que rozarán la cuarentena. No son mis padres,y eso me apena,me desconsuela e incluso me enfurece. ¿Qué fue de mi trato con el comisario? Yo he cumplido,él no. Sólo pedía una cosa una sencilla cosa,antes de ser desterrada.
  • Me detengo junto a la entrada. Los dos desconocidos se levantan automáticamente.
  • ¿Quiénes son estos?- Pregunto con voz helada a la oficial.
  • Ella debe de adivinar mi decepción,y como parece muy involucrada con mis sentimientos,acaricia mi hombro con suavidad.
  • Son tus abogados. Han venido para hablar contigo del juicio. Al ser menor de edad tienes derecho...
  • Olvidaba la regla veinte. Si el delincuente es menor de dieciocho en el momento de infringir las normas,tendrá derecho a un juicio popular donde defenderse,ya que no está en plenas capacidades psíquicas y desconoce la repercusión de sus actos.
  • Me parece tan humillante cómo nos define a los menores esta norma. Yo tengo diecisiete años,sí,pero os aseguro que era plenamente consciente de que le estaba lanzando un pedrusco a mi tío,y supe desde el primer momento la gravedad de mis actos al ver a ese hombre muerto a mis manos. Soy joven,no imbécil. Y aparte de ello,me parece injusto que los jóvenes sí tengan derecho a una última defensa ante el pueblo,y los adultos se lo jueguen todo a lo que decida el rey en base a unos hechos .
  • Ya,ya lo sé. - Me acerco a la mesa y tomo asiento sin saludar a los abogados.- Maté a ese hombre. Le golpeé en el cráneo con un pedrusco. No hay nada que defender ni juicio que hacer. Soy una asesina. Y lo admito.
  • Los abogados intercambian miradas cómplices. Seguro que se traen algo entre mano. No digo que se esperasen mis palabras tajantes,pero seguro que tienen un as en la manga. Este tipo de personas siempre lo tienen. La mujer esboza una expresión de gravedad y aprieta los labios con fatalidad. Esa escena me parece de lo más divertida. Si no fuese por la frustración de no haber encontrado en la sala a mis padres,que aún no se me ha pasado,me echaría a reír de un momento a otro.
  • Entiendo que no quiera meterse en líos judiciales. Usted confiesa que es culpable,y nosotros lo aceptamos. Sólo una pregunta más. Usted es la asesina y,¿cuál es la situación del señor Gray?
  • El señor Gray. Al principio me viene de inmediato la imagen del padre de Brian a la mente. Aunque él no pinta nada en todo este tema,así que supongo que se refieren al propio Brian. Me suena rarísimo que alguien se dirija a él como señor Gray. Me sumerjo en mis pensamientos. Sólo yo sé lo que me pasa por la cabeza. No es de extrañar que los abogados crean que no he comprendo la pregunta. El hombre,que había permanecido en silencio,es ahora el que toma la palabra.
  • En otra palabras,¿qué papel tiene él en este caso?
  • Responder a eso me puede traer muchas complicaciones. Es muy posible que mi versión no coincida con la de Brian,se producirán numerosas complicaciones. Yo sólo quiero marcharme de FairyTale rapidito,sin juicios ni explicaciones.
  • Eso tendrán que preguntárselo a él.
     http://www.youtube.com/watch?v=3hyD4OK3zGE

viernes, 27 de julio de 2012

Capítulo 10. Best days.


Repasemos.
Mi tío está muerto. Lo he matado yo. Le aticé con un pedrusco en el cráneo porque estaba a punto de acuchillar a Brian. Cayó inconsciente. Aunque seguramente murió al instante. Está tirado junto a nosotros.
Yo quería dejar de vivir según las instrucciones de otros. Asíque le dije a mi prometido Brian que no me casaría con él. Por ello supuse que sería expulsada,me quedaba casi un año antes de comunicar mi negativa a todo el mundo. Casi un año antes de ser expulsada. Ahora soy una asesina. Voy a ser desterrada en un par de días.
Soy incapaz de reaccionar. Miro el cuerpo sin vida de mi tío boquiabierta. ¿Cómo he podido llegar a esto? Mi siguiente reacción es mirar mis manos,autoras del asesinato,durante un largo rato. Y luego,busco el pedrusco,arma del crimen.
Brian también me contempla atónito. Sólo puedo pensar una y otra vez: “Soy una asesina.” “He matado a un hombre”. Escucho a lo lejos sirenas de policía que se acercan a nosotros. Aquella casa a la que llamé cuando pedía ayuda. Deben haberlo visto todo y han llamado a la poli. Me quedan unos pocos minutos de relativa libertad. Brian también deduce lo mismo y me agarra la mano,tirando frenéticamente de mí. El problema es que yo no consigo moverme.
  • ¡Vamos,Ap!¡Tenemos que irnos de aquí antes de que lleguen!
¿De qué serviría eso? Acabarán pillándome. Nadie burla la justicia de FairyTale. ¿Qué cambiaría si yo huyese ahora y regresase a casa? Sólo alargaría mi agonía,y mi sentimiento de culpabilidad. No puedo volver a casa como si nada. Soy una asesina.
Sacudo la cabeza,con un movimiento mecánico. Lo único que me diferencia de un robot en este momento son las lágrimas que brotan de mis ojos.
  • Soy mala,Brian.
Él se agacha junto a mí y sujeta mi rostro entre sus manos.
  • Eh,eh. Escucha. Me has salvado la vida. Eres la mejor persona que conozco.
Ni sus dulces palabras me hacen recapacitar.
Las sirenas se oyen cada vez más cerca. Mi arresto está en camino.
  • Olvidas convenientemente que he matado a un hombre.
  • A un atracador.- Sigo negando con la cabeza.- Si te quedas aquí,serás desterrada mañana,a más tardar.
  • Mañana o dentro de un año. ¿Qué más da? Sólo es tiempo. ¿Qué cambia entonces?
  • Tu reputación. ¿Prefieres que tus padres vean como su niña es expulsada por negarse a la boda?¿O que piensen que eres una vulgar asesina?
Mis padres. Ni siquiera me había planteado que no volveré a pasar a casa. Que nuestros próximos encuentros serán en la cárcel y en la entrada del pueblo,mientras ven como su hija se marcha para no volver a verla nunca más. No sé si seré capaz de superar la tristeza que me invade. Y la soledad que se avecina no ayuda en absoluto.
  • Mi destierro ya esta sentenciado. El tuyo no. Si me expulsan hoy por asesina,no te expulsarán a ti por incumplir lo de la boda. - Lo empujo con fuerza hacia el parque del que salimos antes.- Vete,Brian Sulkin. Arregla tu vida.
Brian me dirige una mirada que no sé interpretar y tras un leve titubeo,desaparece entre la maleza. Me quedo contemplando un rato su sombra alejándose,hasta que veo las luces de las sirenas en la calle contigua. Ya están aquí. Me siento bastante tranquila,teniendo en cuenta lo que me espera. Sólo deseo no ser la única expulsada,y que mis compañeros de viaje hayan actuado en mi misma situación,sin mala intención.
Me acerco al cadáver y me siento junto a él. Y ya está. Veo que los coches se detienen frente a mí. Me deslumbran,casi me ciegan,con sus potentes faros. Aún así,no me muevo ni un ápice. No voy a intentar huir. No voy a intentar echarle la culpa a mi tío. No voy a explicar qué hago aquí. Y desde luego,no voy a defenderme.
Veo llegar a los policías. Van armados. Puedo distinguir una pistola de descargas eléctricas y otra de balas normales en cada uno de ellos. Son cuatro y se acercan hacia mí con aire silencioso y precavido. No sé que esperan que haga,pero se van a llevar un disgusto,porque no pienso hacer nada.
Bueno,sí. Me estoy burlando silenciosamente de ellos,por su aspecto. El uniforme de servicio de este año es penoso. Ridículo sería la palabra. Morado en su mayoría con franjas amarillas verticales. Desconozco quién lo diseñó ni en qué estaba pensando. Mis felicitaciones para el genio. Dijo el rey que así parecerían más amistosos,agradables y alegres. Y tiene razón. A mí me está resultando mucho más amena la detención.
El más valeroso de ellos se acerca a mí con aire firme y pronuncia la mítica frase.
  • ¡Arriba las manos!
Obedezco sin rechistar. No quisiera por nada del mundo que un policía vestido con los colores del arco-iris se viese obligado a ponerse serio.
Los otros dos me agarran con fuerza para inmovilizarme,y el primero me coloca las esposas. Creo que hay una primera vez para todo,y mi experiencia con las esposas no es muy buena. Me rozan las muñecas y me obstruyen las circulación. Un cuarto policía se acerca a hacerme unas preguntas,mientras el forense confirma algo que ya sé.
  • Este hombre está muerto.
El policía preguntón es un hombre de unos cincuenta y pico años,entrado en carnes,con el pelo rizado sobresaliendo por su gorra. Observo que lleva el mismo raje ridículo que el resto del equipo con la diferencia de que en el suyo las franjas amarillas se disponen horizontalmente. Es el comisario jefe. La placa colgada a la altura del pecho me lo confirma. Tras su primera pregunta también confirmo que tiene pocas luces.
  • ¿Has matado tú a este hombre?
No sé qué me lleva a contestar. Creo que estoy ida desde que vi a mi tío muerto.
  • Si te refieres a si le maté físicamente,sí,lo hice. Sin embargo,ese hombre llevaba muerto desde hace muchos años.
Lo digo con el mismo tono que podría usar para relatar mi lista de la compra.
De todos modos,ese comisario rollizo es incapaz de comprender mis palabras. Piensa que me estoy quedando con él,y eso agria su buen humor.
  • Menos cachondeo. Una buena actitud puede determinar para bien o para mal la reducida estancia que te queda en nuestro reino.
Asiento en silencio. Es lo único que me importa. Que me permitan despedirme de mis padres.
  • Bien,¿actuaste sola?
¿Hay algo más obvio? Estoy sola.
Abro la boca para responder lo que justo me está pasando por la cabeza. Y sin embargo,aparece alguien que contesta por mí.
  • No,yo también soy culpable. Somos cómplices en esto.
     http://www.youtube.com/watch?v=jfchPk4t8Ks

Capítulo 9. Live and let die.


Hablo de la rubia esa a la que besó estando yo presente. No he especificado,pero estoy segura de que Brian sabe a qué me refiero.
  • No lo sé. Nunca he sentido eso llamado amor. Creo que no existe. Al menos como lo definen en los libros. Tú dices haberlo sentido. Explícame cómo es.
Respiro hondo. No me apetece expresarme demasiado en este momento. Y menos para abrir mi corazón y describir lo que sentía por él.
  • Yo tampoco sé lo que es. Lo mío era un amor infantil. Sólo tenía catorce años.
Nos quedamos callados un rato,acurrucados entre la naturaleza. Mecidos por el canto de los mirlos que anidan entre estos árboles. Poco a poco veo desaparecer mi malestar,que es sustituido por un extraño estado de anestesia. Ni siento ni padezco. Sólo sé que quiero quedarme así,abrazada por los brazos de Brian,sintiendo su calor y su respiración,con una banda sonora de mirlos cantando para nosotros. Veo ocultarse el sol,y a pesar de todo,me parece la puesta de sol más hermosa que he presenciado en mis diecisiete años de existencia. Cuando los últimos rayos de sol se ocultan,la oscuridad nos envuelve. Estamos a finales de primavera,de modo que calculo que serán las ocho y media de la tarde. Brian no dice nada,así que yo tampoco comento que deberíamos volver a casa,porque ya ha anochecido. No quiero que este momento de calma y seguridad pase nunca. Ahora mismo mi pensamientos son muy contradictorios. Por un lado,el rencor y el rechazo que sentía hacia Brian se han desvanecido. Y sin embargo,sé que no quiero casarme con él,porque aún me duele el recuerdo de él despreciándome,de él siendo un cretino. ¿Y si volviese aquel Brian? No quiero estar casada con alguien así. No puedo.
Transcurren dos horas aproximadas desde que se ocultó el sol. Tanto Brian como yo coincidimos al mismo tiempo en que tenemos que regresar,por mucho que nos pese.
  • Deberíamos volver...
Lo comento yo,creo que a él le da corte después de lo sucedido,obligarme a marchar.
  • Sí,será lo mejor.
Cuando sus brazos me abandonan,me siento de nuevo desprotegida. Se levanta y luego me ayuda a hacerlo a mí. Debo de tener un aspecto horrible,porque Brian se queda ahí plantado,sin dejar de mirarme. Toso intencionadamente para llamar su atención. El parpadea y luego esboza una sonrisa.
  • ¿Crees que nos hemos reconciliado?Lo digo para decírselo a mis padres.
Albergo mis dudas al respecto. A la vista está que ya no hay rencor por ninguna de las dos partes. Lo que pasa es que...
  • Yo diría que sí,pero...
  • Lo sé,lo sé. Nada de boda. No te preocupes,no pienso obligarte.
Sonrío aliviada. Ha sabido captar mis preocupaciones sin que me viese obligada a pasar el mal rato de comunicárselo. Menos mal.
Brian me pasa el brazo por los hombros y no me quejo ni me resisto. Aparte de que tenemos que simular ser una pareja enamorada,no me molesta en absoluto su gesto,me agrada. Nos ponemos en marcha. El camino está oscuro. Por suerte hoy hay luna llena y se puede reconocer la salida del parque. Normalmente me asustaría pasar por un lugar así tan tarde,pero acompañada por Brian me siento mucho más segura. Tardamos un rato en llegar al final del parque,y aún nos queda un rato hasta llegar al barrio donde vivimos. No puedo evitar pensar en la bronca que me caerá cuando llegue a casa tan tarde. Mis padres se preocupan mucho con estas cosas. Sin percatarme,hago partícipe a Brian de mis preocupaciones.
  • Mis padres estarán muy enfadados. Cuando llegue a casa me espera una buena.
Brian se toma su tiempo para contestar.
  • Diles que hemos hecho las paces,y ya verás como se les pasa en enfado.
Suelto una carcajada. Es cierto,para ellos lo más importante es mi relación con mi prometido,eso seguro. Hablando de padres...Tengo algo que no es mío. Introduzco la mano en mi bolsillo y extraigo un par de billetes luego se los extiendo a Brian.
  • Son de tu padre,era para comprarnos un helado.
La voz de Brian suena un poco más fría de lo normal,pero no pierde su puntito de picardía.
  • ¿Un helado?Con esto podríamos comprar la heladería entera.
Su comentario me divierte mucho porque es lo que pensé yo cuando su progenitor me entregó los billetes.
  • Se ve que a tu padre le importa mucho que nos reconciliemos.
Lo digo casi sin pensar. No le concedo ninguna importancia al comentario. Es la verdad. Nuestros padres siempre se han implicado mucho en nuestra relación. Sin embargo,al segundo de decir aquello,noto que es un error. No entiendo por qué. Es una sensación. Brian no responde y entonces sé que he metido la pata hasta el fondo. Aunque no vea el problema,sé que está ahí. Acabo de cargarme un ambiente perfecto.
  • Brian,¿qué...?
No puedo terminar la frase porque alguien me aparta bruscamente de sus brazos y me aleja de él. Contemplo la cara de espanto y sorpresa de Brian. Es todo muy rápido. No estoy muy lejos de él y alguien me tiene sujeta con fuerzas. Como estoy de espaldas a esa persona,no puedo adivinar su identidad. Brian se queda quieta donde está. Todavía no soy muy consciente de lo que está pasando. Al menos no hasta que noto algo frío que acaricia mi cuello. La expresión de miedo de Brian se me contagia a mí. Por fin comprendo qué esta pasando. He oído hablar de este tipo de comportamiento,pero nunca lo había visto en persona. Lo llaman delincuencia callejera. Y si no me equivoco lo que está en contacto con mi cuello debe de ser algún tipo de arma cortante. Trago saliva con dificultad. Mi vida está en juego. Brian aprieta los puños con rabia.
  • Aparta esa navaja de ella.
Miro a mi alrededor buscando la ayuda extra de alguien. Pero en la calle no hay ni un alma aparte de nosotros tres. Deben de ser ya las once.
  • Dame el dinero y no mataré a tu novia.
Esa voz ronca y cavernosa me pone los pelos de punta. Noto como aprieta la navaja aún más contra mi piel,y empiezo a notar un ligero dolor.
Brian da un paso al frente,y el atracador uno atrás.
  • No te acerques o no la vuelves a ver con vida. Te lo aviso.- Brian agita el dinero con arrogancia.- Tíralo hacia aquí.
Brian obedece y hace los billetes una pelotilla,para asegurarse de que lleguen a su destino. Llegan justo a mis pies,y los miro sin saber qué hacer.
  • Tú,te vas a agachar muy despacito.
Sé que se refiere a mí. Yo tampoco tardo nada en hacer lo que me dice me agacho y me hace darme la vuelta para agarrarlos él mismo. Algo me dice que ese hombre no se quedará tranquilo con el dinero y buscará algo más. Quiero hacer algo,plantarle cara. ¿Pero cómo? Veo que en momento de torpeza,demasiada confianza o avaricia,él hombre aparta la navaja de mí,para coger los billetes con esa mano. Debe haber supuesto que estoy demasiado atemorizada como para intentar algo o que confío en que ya con el dinero me dejará marchar. Pues ni una cosa ni la otra. No debería haberse confiado conmigo. Le propino un empujón que nos hace precipitarnos a ambos contra el suelo. Aprovecho la confusión para zafarme de sus garras y me alejo a empellones.
  • ¡Tú!¡Ahora te vas a enterar!
El atracador está furioso y se dirige hacia mí navaja en mano. Retrocedo de espaldas,tropiezo con algo y caigo al suelo otra vez. El hombre está a punto de abalanzarse sobre mí. Me estoy despidiendo ya de este mundo cuando alguien aparta al atracador de su trayectoria. Es Brian. Observo horrorizada cómo forcejean los dos en el suelo. El malo va armado y eso le suma mucha ventaja frente al bueno. No sé qué hacer. Sólo se me ocurre pedir ayuda. Corro a una de las casas de enfrente y toco desesperadamente el timbre. Nadie responde sigo tocando hasta que oigo un grito desesperado de Brian. Vuelvo corriendo a ayudarle,rezando por que no sea demasiado tarde. Veo que es el atracador el que está encima de Brian y lo amenaza con la navaja a dos centímetros de su pecho. Él intenta alejarla,pero le flaquean las fuerzas. Sé que no aguantará mucho,busco desesperadamente una idea,la que sea. De momento sigo corriendo hacia él,aunque sea para distraer la atención del atracador. Algo falla y me encuentro de nuevo en el suelo. He vuelto a tropezar. Miro con furia el culpable de mi tropiezo:un pedrusco del tamaño de mi puño. Lo cojo y compruebo que pesa lo suficiente como para dejar inconsciente a alguien golpeándolo con él. Es la única solución que se me ocurre agarra el pedrusco,me acerco lo máximo sin ser vista y lo lanzo contra el cráneo de ese hombre,suplicando que no me falle la puntería. Doy en el blanco,y bastante fuerte,por el sonido emitido en el contacto. El atracador cae al instante inconsciente sobre Brian. Él lo aparta sin miramientos hacia un lado. Me lanzó llorosa sobre él. Tiene un corte poco profundo en la mejilla derecha y otro en el hombro,que le ha roto la la camisa,ahora ensangrentada. Le abro el roto de la camisa con las manos para examinar esa herida. Tiene mal aspecto,necesitará puntos de sutura. Termino de arrancar la manga de la camisa y utilizo ese retal a modo de venda. Él emite un ligero quejido.
  • ¿Tiene mala pinta?
  • Nah. - Sonrío mientras las lágrimas resbalan por mis mejillas.- Tú puedes con esto y más.
Acaricio su mejilla limpiando la sangre con mis dedos. Soy un poco escrupulosa con este tipo de cosas. Bueno,muy escrupulosa. No obstante,tras el miedo de haber estado a punto de perderlo,me siento tan feliz,aliviada,que no puedo parar de hacerle cariñitos.
Y a él,parece que le hacen sentir mejor. Me seca las lágrimas y esboza una tierna sonrisa.
  • ¿Cómo está ese desgraciado?
Casi me da miedo volver a mirarlo. Aún así,debo hacerlo. Ayudo a Brian a levantarse y nos acercamos juntos al hombre,que yace inconsciente a un metro. Ahogo un grito al comprobar su identidad. Barba canosa de un par de días,ojos ahuevados,nariz rechoncha con una inconfundible cicatriz de tamaño de una uña justo en el centro. Yo estaba allí cuando,a los siete años,me ayudó a recoger un gatito abandonado y éste le atacó provocándole ese curioso arañazo. Yo era una cría y él acababa de superar la barrera de los cuarenta. Claro que lo conozco,es mi tío. No de sangre,contrajo matrimonio con la hermana de mi padre muchísimo antes de que naciese. Siempre los vi muy felices y enamorados,qué suerte la suya,hasta que mi tía pilló esa enfermedad tan grave. Nunca me han dicho qué era,pero deduzco que se trataba de un cáncer de los más graves. Él empezó a darse a la mala vida y a la bebida. Cuando mi pobre tía falleció hace cinco años,le perdimos la pista a su marido tras el funeral. Se mudó sin previo aviso,y perdimos cualquier tipo de contacto. No lo he vuelto a ver hacia ahora. Así ha acabado el bueno del tío Phil. Ese hombre tan tierno que ayudaba a rescatar gatitos desamparados,es ahora un burdo atracador. Brian también lo reconoce,porque su familia forma prácticamente parte de la nuestra. Me abraza con fuerza,y yo lo agradezco. Aún sigo mirando de reojo a ese hombre inconsciente en el suelo. Si me preguntasen si es una mala persona,¿qué diría? Podría pensar que sí,porque nos ha atracado a punta de navaja. Pero han sido las circunstancias de la vida las que le han conducido a ello. Y seguramente no atracaba por gusto. Tal vez necesitaba dinero,para sobrevivir. O para comprar más de esa adicción que lo ha atrapado,llamada Alcohol. Me agacho junto a él para acariciar su cicatriz. Es una necesidad un poco extraña,pero hay algo que me invita a hacerlo. Pobre hombre,¿qué harán ahora con él?¿Será expulsado? Toco su piel,está muy frío. Demasiado.
  • Brian,- Le indico que se acerque,con gesto histérico.- ¿no está demasiado frío?
Brian está estudiando ciencias en el instituto,dice que quiere ser cirujano. Me parece una profesión muy interesante. Yo me lo plantearía,si no fuese por el pavor que me da abrir a un hombre con un bisturí.
Presiona con los dedos índice y corazón un punto exacto del cuello de mi tío. No hace falta ser un genio para saber que le está tomando el pulso. Permanezco expectante,pendiente de su dictado médico. Brian se vuelve hacia mí con cara de circunstancias.
  • ¿Y bien?¿Le has tomado el pulso?
Niega con la cabeza muy lentamente,pesaroso.
  • No hay nada que tomar,April.- Frunzo el ceño.- No tiene pulso. Está muerto.
Abro los ojos como platos.
No puede ser. Acabo de matar a un hombre. Soy una asesina.
 http://www.youtube.com/watch?v=HQ7PF7izld8

jueves, 26 de julio de 2012

Capítulo 8. Zombie.


Tengo los intensos ojos del color de un verde bosque que posee Brian escrutándome sin prisa. Tienen incluso un efecto hipnótico,porque cuanto más los miro,menos me apetece dejar hacerlo. Estamos sumidos en un extraño silencio. Nos envuelve,pero no nos desagrada. A mí de hecho,me provoca una extraña sensación de bienestar,que hace tiempo que no siento. Puede que años. Por eso no es de extrañar que me fastidie cuando Brian rompe esa ausencia de sonido tan cómoda.
  • Ah.
Sólo dice eso. Me esperaba muchas reacciones. Decepción al averiguar que lo que algún día pudo ser amor ya no existe. Sorpresa,por saber que fue amado. O incluso una disculpa por ser el que siempre ha sido,y ahora curiosamente ya no es. Cualquier cosa menos una aceptación tan llana y falta de sentimientos.
Regresamos de nuevo a ese estado de meditación silenciosa. Sin embargo,para mí ya no es lo mismo. Ahora estoy insatisfecha por su respuesta y me rebullo incómoda en el banco. ¿Cómo puede una noticia así no afectarte ni un poco?Necesito una explicación.
  • Ya sé que nunca te he atraído ni siquiera un poco,pero podrías mostrar un poco de interés cuando reconozco que alguna vez te quise.
Esta vez ya ni se molesta en mirarme.
  • Es algo más complicado que eso.
  • Ya. Brian,¿tú crees que soy inteligente?
Alza las cejas sorprendido.
  • Desde luego.
  • Entonces intenta explicarme qué pasa por tu cabeza cuando me dices que es complicado.
Espero poder entenderlo. No me gustaría haber presumido tanto de mi inteligencia y presionado al chico para que me abra su corazón,para luego demostrar todo lo contrario. Jugueteo con mi manos nerviosa,a la espera de cualquier confesión. Pasado un rato veo que no sucede nada,y miro por el rabillo del ojo al chico. Brian agacha la cabeza compungido.
  • April,¿tú sabes las repercusiones que nos traerá tu negativa a la boda?
Me fijo en que dice repercusiones que NOS traerá. Eso incluye a más personas además de mí. Empiezo a sentirme realmente mal. Imaginaba que nos afectaría a ambos,pero dicho de su boca suena aún más terrible.
  • Soy una malvada egocéntrica.
Brian esboza una leve sonrisa y me acaricia la mejilla con suavidad. El contacto físico con él ya no repele,y queda demostrado,porque me invade una gran bienestar con ese sencillo gesto.
  • No más que los demás. Lo que me suceda me lo he buscado yo solito.
Cuanto retira su mano de mi rostro y se acaban las caricias,siento el impulso de pedirle que las repita. No obstante,sé que no es el momento,ni la persona más adecuada,ya que aún me duelen los recuerdos del pasado.
No está tan mal que recupere la compostura. Necesito centrarme en sus palabras,y así no podía hacerlo. Intento recordar su explicación para tranquilizarme,pero no he estado muy atenta. No puede ser que se esté culpando a sí mismo. Es lo más bobo que he escuchado nunca.
  • ¡Qué dices!
  • Tú me querías. Si yo te hubiese tratado bien,a estas alturas estaríamos a un paso del altar.
En cierto modo,tiene razón. Supongo que con que él no me hubiese despreciado y humillado de esa forma,habría bastado. Yo lo quería,y creía que él me quería a mí,aunque no fuese cierto. Así que,sí,seguramente nos hubiésemos casado,yo enamorada,y él no. Suena bastante triste,y como yo tengo tendencia a cargar todo el peso de la culpa sobre mis espaldas,le resto importancia a su mal comportamiento.
  • No te creas. Me alegro de haberme dado cuenta. No me gustaría vivir por nada del mundo una mentira,y encima en algo tan personal como mi vida personal.
Brian se pone cómodo en el banco. Estira las piernas y los brazos y se recuesta un poco.
  • Querrás decir que vivirías una mentira más.
La forma de recalcar esa última palabra,y el énfasis que le ha concedido a cada una de ellas,me desboca el corazón. Miro asustada a ambos lados por si alguien a escuchado lo que acaba de insinuar el chico sentado a mi lado. No hay nadie. Los niños juegan vigilados por sus padres en un área de recreo situada a unos treinta metros. Lo suficientemente lejos para poder saber con tranquilidad que no nos han oído. Me vuelvo hacia Brian,que me contempla divertido. Lo fulmino con la mirada en pocos segundos.
  • ¡¿Estás loco?! Alguien podría haber escuchado eso. Y tendrías muchos problemas.
  • No hay nadie,Ap. Además,en menos de un año tendremos problemas más serios.
Resoplo contrariada.
Si alguien hubiese oído a Brian criticar el sistema conmigo,podría denunciarlo a la justicia. Y allí lo acusarían de incitar en mí ideas anti-sistema,o nos acusarían a ambos de conspiración contra el gobierno. Los dos casos son considerados actos de maldad,y ya sabemos lo que hacen aquí con la maldad.
  • Se me olvidaba que siempre has sido un rebelde.
  • No tanto como tú,nena.
Esa intencionada voz sensual acompañada de un ridículo guiño de ojo consiguen sacarme una sonrisa y una risita. Pero de las de verdad,y hace mucho que no veo una. A veces,los absurdos de mamá y papá me provocan alguna,pero consigo reprimirla. Con esta es que no puedo.
  • De eso nada. Yo cumplo todas las normas.
  • ¿Yo no?
Brian finge sentir una profunda indignación. Voy a mencionarle que sé de sobra que a la regla doce no le ha hecho mucho caso. Sin embargo,no puedo llevar a cabo mi cometido. Las palabras se amontonan en mi garganta pero no pueden pasar,porque se me ha formado un nudo. El recuerdo de aquella tarde aún duele y mucho. Siento que falta el aire,y me escuecen los ojos. Tengo que salir de aquí. Me levanto sin decir nada y empiezo a adentrarme entre las encinas plantadas a conciencia para conceder al parque un aspecto más natural. Oigo que Brian me llama de lejos. Sigo caminando y aumento el ritmo. Me invade un profundo malestar,precedido por un intenso mareo del que no consigo deshacerme. Cuando empiezo a notar que el paisaje a mi alrededor se difumina,me tambaleo y busco apoyo en el árbol que tengo más cerca. Creo que es un roble.
No sabía que aquel recuerdo estaba aún tan fresco y doloroso en mi corazón. Un montón de sensaciones desagradables me ascienden por el esófago y al final acabo expulsándolas por la boca,en forma de vómito. Lo contemplo pasmada. No vomitaba desde los siete años. Tal vez sea un cúmulo de cosas. Y por desgracia,descubro que lo único de lo que se ha deshecho mi cuerpo es del desayuno y el almuerzo de hoy,porque las sensaciones desagradables siguen ahí,atropellándose en mi garganta. Apoyo la espalda contra el tronco del árbol y voy deslizándome por él hasta sentarme el suelo. Allí abrazo mis piernas con los brazos,y descubro que los sollozos alivian un poco el nudo en la garganta. Así que empiezo a sollozar muy bajito. Me da vergüenza que alguien me vea así.
Y así me encuentra Brian,hecha un asco. Tanto por fuera,como por dentro. Se agacha muy despacio para sentarse junto a mí,tal y como yo hice antes con él. Me abraza sin apretar demasiado,no vaya a quebrarme los huesos. Parezco tan frágil en ese momento. Realmente lo soy. Pasa sus dedos con suavidad entre mi pelo,y me deja llorar hasta que no me quedan fuerzas.
  • Lo siento. Lo siento de veras.
Hago un esfuerzo por responder,a pesar de que tengo la garganta muy seca y con sabor a lágrimas.
  • ¿Por qué?¿Por qué me hiciste aquello?
  • Era un estúpido. Había descubierto como funciona todo esto,me sentía tan impotente que tenía que rebelarme. No era nada contra ti,créeme. Supongo que me sentía tan frustrado que lo pagué contigo. Estaba tan acostumbrado a ti,a tu presencia,que no te valoraba. Era como si formases parte del sistema,me viniste dada con él.
  • ¿La querías?- Pregunto con voz débil.
     http://www.youtube.com/watch?v=6Ejga4kJUts

lunes, 23 de julio de 2012

Capítulo 7. More than this.


Estoy frente a la puerta un tanto descorchada de la casa de Brian. Mientras me decido a tocar el timbre,pienso que no les vendría mal una manita de pintura. Me encantaría todos mis pensamientos se redujesen a eso mismo,opinar sobre las puertas de los vecinos. Pulso el timbre con energía y no tarda ni dos minutos en aparecer el padre de Brian por la puerta. Michael,se llama. Parece un poco sorprendido,incluso contrariado al verme. Debe estar molesto,considerándome la culpable de los males de su hijo. Me indica que espere allí mismo,que en seguida baja Brian. Y mientras espero,observo el interior de la casa,completamente en silencio. Igualita que la mía,que siempre tiene trajín por allí y por allá. Si no es una cosa,es otra. Nunca falla. ¿Seguirá igual de vivaz y animada cuando yo haya sido desterrada?Supongo que no. Hasta me aterra pensar el sufrimiento que infringiré a mis padres. No quiero pensar mucho en ello,pero supongo que estaría bien que poco a poco le fuese dejando caer mi decisión.

Brian aparece ante mí con el rostro descompuesto. No me imaginaba que estuviese tan mal a causa de mi anuncio. Se vuelve hacia el interior de la casa de donde surge la enorme sombra de su padre,que casi lo empuja al exterior.

  • Ahora no es buen momento,April.- Me explica.

Sé que me lo dice a mí,pero es difícil confirmarlo porque ni siquiera me mira. No quiero aceptar un no como respuesta. Aunque tampoco me apetece insistir mucho delante de su padre,vaya a ser que se nos escape algún detalle de la boda cancelada. Por suerte,es éste mismo el que apremia a su hijo.

  • Brian,vas a arreglar las cosas con April. Y no mañana ni pasado,sino ahora. Id a dar una vuelta por el pueblo,invítala a un helado. Toma.

Introduce la mano en el bolsillo derecho del pantalón y extrae la cartera. Le entrega a Brian un par de billetes. Vaya,con eso tenemos para cinco helados cada uno. Se podría decir que el señor Michael es más insistente que mi madre y todo. A pesar de ello,Brian rechaza el dinero de malas formas.

  • ¡Que no me voy a ninguna parte,joder!

Esto provoca la furia de su padre,que también eleva el tono. Me doy cuenta de que estoy presenciando una escena bastante desagradable.

  • ¡De eso nada!¡Compórtate como un hombre!
  • ¡¿Un hombre como tú?!

Estoy aterrorizada. No sé donde puede acabar todo aquello. El padre de Brian se acerca a mí y por un momento pienso que va a golpearme. Es absurdo,pero aún así retrocedo un poco. Él abre mi mano y coloca en ella los dos billetes. Acto seguido se da la vuelta y agarra el pomo de la puerta.

  • ¡No te quiero de vuelta hasta que esté todo solucionado!¡¿Entiendes?!

A Brian no le da tiempo a responder porque la puerta se cierra ante sus narices. Busca una forma de volver a entrar,pero la llave está echada por dentro y las ventanas están cerradas. Impotente,agarra un pedrusco del suelo y lo estrella contra la puerta. No soy capaz de ver venir sus intenciones y me estremezco al ver que lanza otro contra una de las ventanas,y el cristal se hace añicos. Totalmente asustada,lo agarro del brazo y lo saco de allí. Él se resiste.

  • ¡¿Qué haces?!¡Para,por favor!

Estoy desesperada.

Finalmente deja de luchar y se agacha en el suelo,escondiendo la cabeza tras sus rodillas. Me parte el corazón verlo así. Me siento junto a él y acaricio su espalda con suavidad. No obstante,seguimos en el patio de su casa. Tengo que llevármelo de allí.

  • Brian,-Susurro,con una ternura que no utilizo con él desde hace tres años.- acompáñame,por favor.

Él tarda en reaccionar. Se pone en pie y creo notar un brillo que aporta a sus ojos un tono vidrioso. Me desconcierta que se ponga así sólo por mi presencia. No sabía que detestase tanto hablar conmigo. Caminamos en silencio hasta llegar a un pequeño banco de madera que hay a las afueras del parque. Le invito a sentarse,todo con mucho tranquilidad,porque lo último que necesito es alterarlo aún más. Yo me quedo de pie. Estoy demasiado nerviosa,y tengo que aparentar todo lo contrario. Me resultará más fácil estando en pie. Brian contempla el horizonte con la mirada perdida.

  • Si quieres,te dejo sólo...- Me atrevo a decir.
  • No...No me dejes. Te lo pido por favor.- Responde él al fin.

Asiento lentamente.

  • ¿Puedo...?

Señalo el sitio que queda libre en el banco,a su lado. Me ha relajado mucho el hecho de que prefiera que me quede. Él sigue el rastro de mi mirada y adivina mis intenciones.

  • Pues claro,Ap.

Ap. Hacía tiempo que no me llamaba así. Muchísimo. Al menos desde que ambos teníamos ocho años y jugábamos juntos justo en este mismo parque. Él parece leer mi mente.

  • ¿Recuerdas cuando éramos dos críos que jugaban al escondite entre los árboles del parque?- Comenta con voz distraída.

Sonrío al evocar aquellos momentos. Todavía faltaba un año para que nuestros padres nos revelasen el compromiso,y aún nos veíamos como eso,dos buenos amigos.

  • Sí. Y también recuerdo que tú nunca conseguías encontrarme.

Intento bromear para relajar el ambiente. Brian esboza una fugaz sonrisa y luego deja de mirar el horizonte para contemplarme muy serio.

  • Todavía sigo sin encontrarte.

Enmudezco. No sé muy bien cómo entender eso.

  • ¿Es una metáfora?

Él suelta una risita triste y baja la mirada.

  • Sí,April. Es una metáfora. Siempre te hizo mucha ilusión nuestro compromiso. Y de un día para otro,me comunicas que no te vas a casar conmigo.
  • No fue de un día para otro. La decisión estaba tomada desde hace años. Sólo es que no la supe exteriorizar hasta ese día.

Brian me mira con una mezcla de molestia,no,ni siquiera eso. Con una mezcla de pesar e intriga.

  • ¿Y cuándo lo decidiste exactamente?

Suspiro. No me gusta rememorar ese día. Siempre me produce mareos.

  • El día que me desenamoré de ti.
http://www.youtube.com/watch?v=quWeUja71aM

Capítulo 6. No me importa nada.


Mientras reflexiono sobre todo aquello tumbada en mi cama,noto que la cabeza me empieza a dar vueltas. No me sorprende. Siempre siento un ligero mareo al retroceder a tiempos tan difíciles. Aunque los que acontecen ahora no lo son menos. Tengo una certeza que se precipita sobre mí a un ritmo imprevisible. Imposible averiguar cuando tocará tierra. Voy a ser desterrada de FairyTale. O como aquí lo llaman,reeducada. Se supone que te sueltan en el extraradio,en las afueras,mejor conocido como,el infierno en la Tierra. Allí tú tienes todo el tiempo del mundo para reflexionar y pensar en lo que has hecho y luego,pasados cinco,ocho o trece años,puedes presentarte frente a las compuertas de la muralla con algo que demuestre que estás arrepentido y has cambiado. No me preguntéis qué,porque no soy capaz de imaginar nada. ¿Qué prueba debería aportar yo para demostrar que creo en las bodas concertadas? Realmente ni me importa. No tengo intención de regresar a FairyTale. Además,eso de que dejen volver a entrar a alguien que haya pisado el infierno en la Tierra,lo pongo en cuarentena. Jamás nadie ha solicitado volver a entrar,porque a quien es reeducado,no se le vuelve a ver el pelo. Eso me inquieta muchísimo,por qué mentir. Y aunque consiguiese volver con una prueba de mi cambio,¿me dejarían entrar? Aquí se toman muy en serio lo de las normas. Y no sería una buena propaganda eso de dejar entrar a un delincuente en FairyTale. Porque si se admiten las segundas oportunidades,significa que ser “malo” no es tan imperdonable. Y si ser “malo” no es tan malo,entonces no le veo el sentido a esas estrictas y dictatoriales normas. Por eso pongo en cuarentena el rollo comprensible que ha adquirido nuestro gobierno. Lo cierto,es que pongo en tela de juicio todo lo que por aquí se cuece. No hay que fiarse. Bueno,no entiendo ni por qué reflexiono sobre ello. Cuanto más lo pienso,más claro tengo que no quiero volver a FairyTale.

Mamá me hace levantarme de la cama para ayudarle a tender la ropa. Doy por hecho que cualquier actividad monótona pero que requiera una mínima participación por mi parte me ayudará a pensar en otra cosa. Entre pinza y pinza,aprovecho para estudiar de reojo a mi madre. Aún no he averiguado cuánto sabe de lo acontecido con Brian,y del muchacho tampoco conozco mucho más. No es que me desviva por él,pero soy humana y la expresión dolida que vi en sus ojos no logro borrarla de mi mente por mucho que me empeño. Recuerdo esas últimas palabras: No me conoces. Crees que sí y que puedes juzgarme. Pues te equivocas.

Creo que lo conozco bastante. En lo que llevo de vida he descubierto muy bien cómo funciona Brian. Somos como dos polos opuestos que se repelen. Cuando yo me acercaba a él,él se alejaba de mí. Y ahora que yo me alejo,es él el que se aproxima. No habrá mucho más. Aparte de eso,sé que es falso y rebelde. Finge cumplir las normas y quién sabe cuántas habrá incumplido. Mira por dónde,ahora soy yo la rebelde,la que no se va a casar. No he escuchado nunca ningún caso de alguien que haya rehuido de su matrimonio. Aunque tal vez esos incidentes se lleven muy en secreto. De pronto la intriga me supera y decido pasarle mis dudas a mamá.

  • ¿Conoces algún caso de unos prometidos que no hayan llegado a casarse?

Mi madre deja de tender y arquea una ceja,intrigada.

  • ¿Aquí? No,claro que no. En FairyTale todos respetamos las normas.
  • Y a los que no las respetan,fuera. ¿No?

No especifico ese término de fuera. No obstante,a ella le basta con ello para escandalizarse.

  • ¡April!¿Otra vez con eso? Creí que ya habíamos zanjado el tema. Los que no merecen vivir en este pueblo de armonía,pues se van. Y es justo. Además,hoy en día casi nadie es...expulsado.

Paso por alto el miedo que sufre al pronunciar la palabra expulsado. Lo que no puedo tolerar es una mentira tan gorda. En FairyTale al menos tres personas son expulsadas al día. Estamos perdiendo población a una velocidad fascinante. Y este,¿un pueblo de armonía? Discrepo en tantas cosas que prefiero volver al tema anterior.

  • Entonces,¿no conoces a nadie que se rebelase contra su boda?

Duda unos instantes.

  • No,ya te he dicho que no. Por cierto...- Se acerca a mí para acariciarme la mejilla con dulzura.- Esta pregunta tan extraña,no tendrá nada que ver con tu cercano enlace con Brian,¿verdad?

Se me corta la respiración.

  • ¿Qué...?
  • Habéis discutido,¿no es cierto?Y ahora temes que no quiera casarse contigo. Por eso hace dos semanas que no le vemos el pelo a él por la casa.

¿Cómo describir lo que siento en este momento?

Por una parte,me indigna que mamá piense que podría estar preocupada porque Brian,y recalco,Brian no quiera contraer matrimonio conmigo. Por otra parte,debo reconocer que es mejor que crea eso que el que se entere de que soy yo la que renuncia al enlace. Así que me acojo a mi papel de actriz e interpreto lo mejor que puedo mi desolación.

  • Sí,es eso. ¿Sabes algo de él?

Me parece una buena forma de matar dos pájaros de un tiro.

  • Claro,cielo. Sus padres y nosotros ya nos olíamos algo,porque estáis los dos muy raros. Él sigue haciendo vida normal. Pero según me cuenta Louis,a veces se le va la cabeza a otro lugar. Es como si ya no estuviese allí. Estaba muy asustada,y yo le comenté que no se preocupase tanto,que a ti te sucede desde hace años,y sigues bien.

Me parece...¿bien?que mamá tranquilice a la madre de Brian argumentando que a mí también se me va la cabeza. No sé qué pensar en este momento. Tal vez vaya siendo hora de que haga una visita a Brian. Hace mucho que no voy a su casa por voluntad propia. Termino de tender la ropa y de paso recojo del tendedero una camisa blanca que ya está seca. La combinaré con unos vaqueros. Ahora tengo una docena de ellos. Veo que mi madre observa lo que hago con recelo.

  • April,¿por qué te empeñas en coger la ropa antes de que esté planchada?

¡Qué suerte la suya! Lo que más le preocupa en este momento es que me ponga ropa arrugada. Si supiera lo que se avecina en menos de un año...

  • Voy a ver a Brian.

El simple hecho de que acuda a hablar con mi prometido hace desaparecer su molestia por la ropa. Esboza una alegre sonrisa.

  • Muy bien. Ya verás como no es nada. Total,no vais a ser ahora vosotros los primeros en no casaros,¿no?

Cuánta verdad hay en esa simple broma.

Capítulo 5. She's never coming back.


Estuve llorando tres días seguidos. Sé que parece difícil,pero cuando tienes un buen motivo,las lágrimas aparecen solas. Me encerré en mi habitación y no salí de allí hasta pasada una semana y media del incidente. Por suerte,acababan de darnos las vacaciones,así que le colegio no supuso ningún problema. A los únicos que permitía verme tan derrumbada eran mis padres. Mamá estaba tan preocupada que dejó de comer por falta de apetito. Y todavía aún padece de vez en cuando esos malditos desórdenes alimenticios. Papá creo que siempre se olió que la causa de mis penas se hallaba en un problema amoroso,pero nunca ha dicho nada al respecto. Obviamente,jamás he sido capaz de contarle todo aquello a mis padres,no sé si les destrozaría sus espectativas con Brian,o simplemente me verían como una niña tonta y se reirían de mi. Ante la duda,prefiero reservarme mis pensamientos.

A parte de ellos dos,también hubo una persona que venía a verme todos los días. A la que yo no dejaba entrar en mi habitación. Es decir,que tal como llegaba se iba. Brian entraba siempre en casa con una flor llamada Eustoma,mi preferida,ya que florece en Abril,el mes del que recibo mi nombre. Son muy bonita,y delicadas,adjetivos con los que Brian se esfuerza por compararme últimamente. Cada día me la traía de un color distinto. No sé de dónde las sacaba. Puede ser que su madre tuviese un jardín con este tipo de flores. Si lo tenía,ya no lo tiene. Brian debió llevárselas todas. Mamá insistía regularmente en que le dejase verme,que era el que más mal lo estaba pensando.

  • No,mamá.- Le respondía yo ente sollozo y suspiro.- Nadie lo está pasando peor que yo. Eso te lo aseguro.

Y ella no tenía más remedio que reconocer lo evidente. Así,un día más,Brian regresaba a casa con las manos vacías y con su objetivo sin cumplir.

Con el transcurso de los días logré asomarme a las ventanas,y descubrí,mira por dónde,que el mundo aún seguí allí. Había una vida después de Brian,y yo estaba dispuesta a vivirla con ímpetu. Empecé a salir de casa a principios de la segunda semana de aislamiento. En principio sólo me sentaba en el escalón de la entrada y permitía que la gente que pasase por allí me preguntara por mi salud.

Cuando las ganas de sentir y empaparme de presencia humana recargaron mis energías,me sentí preparada para dar una vuelta por el pueblo. Fue una especie de instinto natural. Necesitaba salir y demostrar que seguía allí,que nada podría conmigo. Subí a mi habitación y me reflejé en el espejo. Pude comprobar que aquella chicapaliducha y desmejorada casi había desaparecido. Contemplé mi pelo enmarañado con un tierno corte infantil. Me recordaba demasiado a la chica inocente que tanto había sufrido. Yo ya no quería ser esa. Agarré unas tijeras de costura y el cepillo. Iba a ejercer de peluquera por primera vez en mi vida,que no la última. Comencé recortándome el pelo hasta la altura de los hombros. Capas y capas de cabello caían a mi alrededor. Luego fui a por el flequillo aniñado,y ¡zas! De una pasado lo recorté degradado,dejándomelo a un lado. Cepillé con fuerza el resultado y me contemplé en el espejo con decisión y orgullo. Para confirmar el cambio,apreté los vestidos de mis prendas habituales y me vestí con unos vaqueros desgastados que utilizaba para las excursiones al campo y una camiseta sencilla que nunca había llegado a ponerme. Se había acabado la niña adorable. Ya no quedaba nada nada de la antigua April. No sólo en el exterior. El interior también había cambiado radicalmente. Nadie volvería a pisotearme.

Recogí el pelo del suelo con la escoba y lo guardé en una bolsa de basura junto con otras cosas que me parecían residuos. Así,con la excusa de sacarla,pude cruzar las calles por primera vez en tres semanas. Todo me parecía completamente diferente,porque ahora sabía muchas cosas que antes me habían pasado desapercibidas. Había comprendido que nada es lo que parece. Que las leyes estaban,sí,pero las cumplía quién quería. Yo me había esforzado por ser una ciudadana ejemplar,todo en vano. Porque mi amor de niñez era un burdo mentiroso,me tendría que casar con alguien a quién ya no amaba,y nadie me preguntaría mi opinión antes de empujarme al altar. El desengaño era amarga. Sin embargo,estaba dispuesta a devolver el golpe.

Me detuve en mi primer destino. Una casa que conocía bastante bien. La madre de Brian abrió la puerta y se quedó petrificada como si viese la presencia de un fantasma. Ni siquiera me esforcé por sonreír como antes. Quería que todos entendiesen que si no tengo ganas,no tengo ganas,que April no siempre es feliz. Mientras pensaba en ello,mi futura suegra ya me estaba matando a besos y abrazos. Me pareció que hasta lloraba. Eso me hace preguntarme a veces hasta qué punto llevamos la relación de futura familia.

Se disculpó un momento y salió corriendo al interior de la casa. Yo ya sabía que iba a avisar a Brian,y que pronto estaría aquí,de nuevo frente a mí. De hecho,me complacía. Era lo que venía buscando. Brian apareció por el marco de la muerta y también estudió mi nuevo cambio de look perplejo,desconociendo que el cambio más grande iba por dentro. Me estrechó entre sus brazos con fuerza. Antes sentir su calor me hacía suspirar de amor,pero ahora me era tan indiferente como el abrazo de un desconocido,hasta me incomodaba. Me dejé hacer cuando él cogió mi mano y me condujo hasta su dormitorio. Cerró la puerta tras nosotros,para asegurarse de tener un poco de intimidad. Perfecto,lo prefería así. Me invitó a sentarme en su cama y acepté.

  • April,en primer lugar,¿cómo estás?

Parecía preocupado de verdad,pero a mí sus palabras ya no me enternecían.

  • Bien.- Repuse con voz seca.

Debió de reconocerla,porque él la utilizaba mucho conmigo. De ahí la mueca de asombro dibujada en su cara.

  • Ah,me alegro. - Pasó la mano por mi cabello recién recortado.- Por cierto,estás preciosa. Mucho más...
  • ¿Mujer?

Las palabras emergieron de mi boca sin haber sido llamadas. De todas formas,no les impedí el paso. Tras mis tono brusco vino mi ya habitual manera de rehuirle. Aparté mi pelo de sus manos.

  • ¿Qué?

Brian y su expresión. Era innegable que se había perdido en todo aquello. Me levanté de la cama y forcejeé con el cierre de la bolsa de basura. Intentaba extraer algo de su interior.

  • Sí,ya sabes.- Resolví restándole toda importancia.- Antes no era suficientemente mujer para ti y te encantaba despreciarme.- Por fin la bolsa se abrió mostrando su interior. De ella,saqué una cestita de paja que había trenzado mi madre durante esas tres semanas de reclusión en las que me hizo compañía.- Toma,es tuyo.

Se la tendí a Brian,que examinó su interior aún más sorprendido. Eran treinta y dos flores contadas. De distintos colores. Concretamente,eustomas. Sacó un ejemplar,convencido de que me había equivocado.

  • No,estas flores las recogí yo para ti. Te las llevé cuando estabas...
  • ¿Muriéndome de pena?¿Sumida en una habitación cuando todo a mi alrededor se desmoronaba? Sí,ya lo sé.

Cerré de nuevo la bolsa de basura y me encaminé hacia la puerta de la habitación. Brian se adelantó y me cortó el paso.

  • Son un regalo para mi amor.

En otra ocasión ser llamada su amor,habría conseguido que me temblasen las piernas de emoción. A la April de ese día,sin embargo,no hicieron más que provocarle arcadas. Lo aparté de la puerta de un empujón que lo hizo precipitarse al suelo junto con todos los eustomas Aquello parecía el jardín de la fantasía. Abrí la puerta y antes de marcharme le dediqué algo que había aprendido de él,las miradas de desprecio.